Comentario
Estrechamente relacionado con el Taller de Silos se conserva en el monasterio un báculo abacial, encontrado en 1960 en la sepultura de un abad Juan, sin duda Juan II, muerto en 1198. Está realizado en cobre cincelado y anillos de plata melada, procedimiento técnico de gran tradición en la Península. Consiste en excavar en pequeñas zonas la base metálica, llenándose los huecos con una composición de plata, plomo, cobre y azufre ligados mediante un fundente de borax. Después se pule y el resultado son dibujos en negro metálico. El procedimiento es descrito con detalle en el Tratado del monje Teófilo.
La voluta cubierta con decoración de escamas termina en una cabeza de serpiente-dragón. En los modelos más antiguos acaba en una gran flor estilizada y parecen haber sido concebidos a imitación de la vara de Aarón. El sacerdocio fue confirmado en Aarón por el testimonio de su vara. Dios había dicho "el hombre que escoja será aquel cuya vara florezca". Esta tipología parece relacionarse con dos episodios del Exodo. Uno, el momento en que Yahveh otorga a Moisés el poder de hacer milagros al transformar el cayado en serpiente: "Respondió Moisés y dijo: no van a creerme ni escucharán mi voz pues dirán: no se te ha aparecido Yahveh. Díjole Yahveh: ¿Qué tienes en tu mano? Un cayado, respondió él. Yahveh le dijo: Echalo a tierra. Lo echó a tierra y se convirtió en serpiente..." (Cap. 4-1/5). El otro, (Cap. 78/12), se relaciona con un relato de las plagas enviadas por Yahveh a los egipcios. Este dijo a Moisés: "Cuando el faraón os hable diciendo: haz un milagro, tú dirás a Aarón, toma tu bastón y tíralo delante del faraón, se transformará en serpiente".
El nudo está separado de la voluta mediante cuatro hojas de las que falta una. Está decorado con cuatro pájaros esmaltados, de largos cuellos y colas, entre roleos floridos, en friso pasante. El mango está dividido en tres losanges verticales y seis triángulos complementarios. Se ornamenta, asimismo, con aves cuyas colas terminan en florones. El colorido y los modelos enlazan directamente con las plaquitas de similar temática del panel conservado en el Museo Provincial de Burgos.
En la misma órbita de Silos aunque su identidad no sea absoluta, hay que situar una magnífica cruz conservada en el Museo Diocesano de Seo de Urgel. De brazos potenzados con ligeros ensanchamientos ovales en los extremos y crucero redondo, es de cobre dorado y esmaltado sólo en el anverso. Sobre un fondo en reserva, totalmente cubierto de vermiculado, las figuras destacan en brillantes colores. En los extremos: la mano de Dios y el anagrama, en el superior; Adán, en el inferior y la Virgen y San Juan, a los lados. La figura de Cristo, de cuatro clavos, con nimbo crucífero, inclina su cabeza sobré el hombro derecho. Su cuerpo resalta someramente la anatomía y se cubre con un perizonium azul oscuro orlado de verde. La cabeza, aplicada, es de gran preciosismo y minuciosidad. En el reverso, simplemente grabado, el centro lo ocupa el Agnus Dei; arriba, la mano de Dios; abajo, Adán, y, a los lados, dos santos, todos ellos encerrados en círculos. El modo del empleo del vermiculado y algunos aspectos cromáticos apuntan hacia el taller navarro.
La producción del taller de Silos debió de ser sumamente importante, prueba de ello son numerosas plaquitas, diseminadas por diversos museos, que formaría parte de obras de mayor envergadura.
Además, el tardío reconocimiento de su existencia, hace que, sin duda, algunas atribuciones deban ser reconsideradas. A partir del siglo XIII no pudo resistir la competencia de Limoges, cuyas obras, más burdas pero menos costosas, se industrializaron y acabaron por imponerse.